"Los pueblos, los hombres se enfrían, por ausencia del espíritu; pero estamos nosotros con pedernal y yesca, con cantares y poemas, con un alto desvelo y sueños de todo tipo para entibiar las horas de los que no quieren congelarse todavía"
Atahualpa Yupanqui

domingo, 26 de abril de 2009

Hasta siempre Don Sixto



Una larga despedida para don Sixto
La sala de espera del Instituto de Cardiología acunaba ayer la tristeza de los hijos de don Sixto Palavecino, de sus nietos, y bisnietos ante un parte médico que hablaba de una irremediable partida. A las 17.30 de ayer, la congoja no era sólo de la familia Palavecino. Los santiagueños todos lamentaban la muere de un gran hombre. ¿Qué lo hizo un grande? En primer lugar, la defensa de sus raíces quichuas, que en definitiva son nuestras raíces; su divulgación a través del folclore y su humilde pero intensa manera de vivir la vida. A los 94 años, cuatro internaciones, un cateterismo y la colocación de un stent podrían haberlo hecho bajar los brazos. Sin embargo, la siguió peleando. “Así se lucha”, les decía a sus hijos y personas cercanas cada vez que su salud desmejoraba. Esta vez no pudo sobreponerse a sus problemas cardíacos y pulmonares, pese a la asistencia respiratoria. “Nunca hizo problemas para seguir un tratamiento o para cumplir con sus medicamentos. Él quería vivir, amaba la vida, por eso le costaba irse”, comentaban ayer juntas Carmencita (55), la hija con la cual comparte la vivienda en el barrio Almirante Brown, y su nieta política, Alicia, quien estaba a cargo de sus cuidados. Hace tres días, a Carmen le sobrevino la idea de un milagro. Estuvo 20 minutos conversando con su padre. “Me dijo que estuviéramos unidos, que nos cuidáramos. Estaba muy bien. Hablaba sin problemas”, recordó Carmen. Por eso, cuando el médico de cabecera de don Sixto, Luis Orellana, les habló cerca del mediodía de un cuadro irreversible sintió que su propia vida se paralizaba y no quiso entrar más a terapia. Prefierió conservar esa última charla. Como lo hacía siempre con quienes hablaban quichua, don Sixto no utilizó estos últimos días de conciencia otra lengua que esa para comunicarse. “Con Peti (Chazarreta) hablaba quichua cuando entrábamos a verlo, y seguía con sus picardías. A mí, me preguntó por Froilán, y yo le dije que lo había corrido para que nos quedáramos solos, ahí nomás me dijo: como antes”, señaló con cariño Tere Castruonuovo, en alusión a aquella etapa en la que pasaban largas horas charlando y proyectando gestiones culturales, antes de que Froilán llegara a su vida. Don Sixto nunca paró hasta que comenzó con las sucesivas internaciones. En su alerito, esa especie de museo en el que atesora premios y distinciones, recuerdos de su trayectoria artística, está esperando para ser publicada una autobiografía, a la que le faltaban apenas detalles. “Él quería poner unos pensamientos antes de cada capítulo. Faltaba organizarlos un poco”, cuenta Peti Chazarreta, quien se convirtió en una mano derecha. “Tata Yaya siempre quiere, nosotros somos los rebeldes”, solía decirles. A Alicia, su nieta política, y a Carmen la casa del Almirante Brown les parecerá fría y vacía. “Él le ponía música. Si sabía que iba a participar de algún evento ensayaba con su violín todos los días; y en el alerito recibía a las visitas, a la gente amiga. Ahora habrá mucho silencio”, subrayó tristemente Alicia. Se fue en paz Pasado el mediodía, el padre Rolando Tenti se acercó al Instituto de Cardiología para darle el sacramento de la Unción de los Enfermos a don Sixto. “Este momento si bien es triste nos invita a ser agradecidos. Haber tenido a un padre acompañándolos hasta los 94 años es una bendición de Dios”, les decía el padre Tenti. Su familia y quienes lo conocían de cerca aseguran que “se fue en paz, agradecido porque Dios lo acompañó a luchar por su vida”. Además, recordaron que don Sixto partió con el corazón limpio de cualquier rencor. “Jamás tenía una palabra de más o de menos para nadie. Vivió con sencillez, como un gran quichuista, valorando lo que hacían todos los músicos y colaborando sin pedir nada a cambio”, recordó Tere Castruonovo.