Un 8 de enero de hace 130 años un piquete policial emboscó al Gauchito Gil en una zona rural cercana a Mercedes y allí le dieron muerte.
Por estos años, el país se encontraba en guerra con el Paraguay, y como tantos otros, Gil se alistó bajo las órdenes del General Madariaga. Durante cinco años participó de la Guerra de la Triple Alianza, que culminó bajo la presidencia de Sarmiento en 1870 cuando las fuerzas brasileñas capturaron y mataron al gobernante paraguayo, Mariscal Francisco Solano López.
Terminada la guerra, Antonio Gil fue convocado por el ejército federal para luchar contra los unitarios, pero como no estaba de acuerdo con los enfrentamientos internos del país, decidió huir junto a dos compañeros.
Así comenzaron una vida errante huyendo permanentemente de la autoridad, y viviendo del ganado robado que compartían con los campesinos más necesitados. Casi un año después, una partida militar lo encontró dormido bajo la sombra de unos espinillos y lo llevó detenido a Goya. Pero apenas habían comenzado la marcha, los soldados lo tiraron al suelo, le ataron los pies con una soga larga y lo colgaron de un algarrobo cabeza abajo. Dirigiéndose al que lo iba a matar, el Gauchito pronunció sus últimas palabras:
Así comenzaron una vida errante huyendo permanentemente de la autoridad, y viviendo del ganado robado que compartían con los campesinos más necesitados. Casi un año después, una partida militar lo encontró dormido bajo la sombra de unos espinillos y lo llevó detenido a Goya. Pero apenas habían comenzado la marcha, los soldados lo tiraron al suelo, le ataron los pies con una soga larga y lo colgaron de un algarrobo cabeza abajo. Dirigiéndose al que lo iba a matar, el Gauchito pronunció sus últimas palabras:
"Cuando vuelvas a tu casa, encontrarás a tu hijo muy enfermo pero si mi sangre llega a Dios, juro que volveré en favores para mi pueblo"
.Acto seguido, obedeciendo la voz de mando, el soldado le cortó el cuello.
Varios días después, cuando todos ya habían olvidado al Gauchito, el soldado que lo había matado volvió a su casa, y se encontró con su esposa desesperada porque su único hijo estaba muy enfermo. En ese instante recordó las palabras de Gil. Entonces volvió al lugar donde lo habían matado, enterró el cuerpo y le rogó al Gauchito por su hijo. Cuando volvió a su casa al amanecer encontró a su niño sano...y ése fue el principio de una serie interminable de supuestos milagros que se le atribuyen hasta nuestros días.
La leyenda no concluye allí: el policía que le había dado muerte y un grupo de lugareños, decidieron darle sepultura en el mismo lugar donde murió; y allí le erigieron una cruz, que se constituyó en un símbolo, a la cual señalaron con un trapo rojo, característico de los gauchos, que se convirtió en su estandarte inequívoco.
Sin embargo esa tumba, estaba ubicada en la estancia de una familia importante y a su propietaria no le gustó que ese “gaucho ladrón” estuviese enterrado en su tierra, por lo que presionó sobre las autoridades del lugar para que el cuerpo fuera trasladado al cementerio.
Así se hizo y esto provocó una inmediata reacción de los lugareños, quienes comenzaron a manifestar que “el Gaucho Gil se vengaría de tal afrenta”.
Poco tiempo después la estancia comenzó a padecer problemas económicos y de salud que hicieron su vida imposible, hasta que finalmente aceptó que el cuerpo de gil retornara a su asentamiento original y en ese momento –cuentan- cesaron todos los males.
Desde entonces el santuario creció al borde de la ruta nacional 123 y es el paraje obligado de todos aquellos que tienen una mínima creencia, ya que no son pocos los que se detienen “por las dudas”, temiendo que de no hacerlo, sufran algún contratiempo en su viaje. En la actualidad, el numero de fieles y seguidores se a multiplicado considerablemente en todo el país, incluso algunas regiones de países limítrofes como Paraguay y Uruguay.